Si un vendaval, incluso un ciclón, no se lleva los árboles a su paso es gracias a sus raíces. Pueden partir sus ramas, quebrarse su tronco, pero el árbol permanece, curará y crecerá. Esa obstinación se debe a sus raíces, que lo sujetan firme y profundamente. Así son nuestras rutinas. Nos pase lo que nos pase, esto nos salvará.
Levantarnos de la cama. Ducharnos. Desayunar… Es más poderoso de lo que imaginamos. Puede parecer que nuestra vida se tambalea hasta desmoronarse, zozobra hasta ahogarnos; sin embargo, nuestras rutinas serán las raíces que nos impidan rompernos.
Piensa en tus rutinas como el eje que te endereza cuando las cosas se empeñan en torcerte. Aférrate a ellas cuando avistes un vendaval.