Todos tenemos miedo, y también todos tenemos esperanza. Ambos son intrínsecos al ser humano, pero que abunde uno u otra solo depende de nosotros.
Puedo alimentar mi miedo al futuro, a la incertidumbre, a la escasez, a la enfermedad. Puedo alimentar mi esperanza al decidir ver el lado bueno de estas circunstancias y el lado bueno de la gente. Eso solo depende de mí, tengo la libertad de elegir mi posición ante la vida: el miedo o la esperanza.