No dejes pasar los días como si fueran un eterno sábado. No te abandones a la pereza, ni al sueño, ni al aburrimiento. Combátelos con la mejor arma que tienes: la disciplina. Cuando te falle el sentido del humor, el optimismo, la resignación, ella te sujetará como una columna vertebral.
Disciplínate. Si te cuesta, escribe una lista de obligaciones diarias. No estés todo el día en pijama, no comas a todas horas, no dejes de cuidarte.
Impídete el abandono, si te desmoronas no podrás afrontar ni el presente ni el futuro.