Un mínimo de tres post en Instagram y un storie al día. Un mínimo de tres entradas en Facebook, otras tantas en Twitter. Todo ello sin repetir contenido: ninguna de esas nueve comunicaciones debe decir lo mismo que las demás. Eso solo para estar, para sortear los algoritmos que te llevarán, o no, a la pantalla del móvil de alguien, que ojalá sea adicto a las redes sociales, ignore lo que ocurra a su alrededor, llames su atención y te dé un like o, voilà, haga un comentario.
No sé si es una cuestión generacional, pero no acabo de verlo. Unos crean contenido gratis para esas empresas y otros son clientes incondicionales. Alimentando unos su ego y otros su curiosidad, se convierten (nos convertimos) en títeres.
Menos no solo es más, no solo es mejor, menos es necesario. ¿Empezamos por dejar de hacer lo que hacen todos?