Siempre me he preguntado porqué la gente tiene macetas en el jardín, cuando lo más sencillo sería plantarlo todo en la tierra y dejarlo crecer. El sistema de macetas me parecía lo menos práctico del mundo, regando tiesto a tiesto.
Últimamente pienso que la vida es eso: un jardín lleno de macetas con plantas que mejor no mezclar, porque hay unas que crecen a costa de otras, y las más fuertes acaban por asfixiar a las más débiles.
Cuando tenía todas mis plantas en el jardín, la planta del trabajo, depredadora y voraz como la hiedra, casi ahogó a la delicada orquídea de la familia, a las alegres margaritas del tiempo libre, al rosal de mi ventana interior. Mi jardín parecía una selva, exuberante y superpoblado. Menos mal que me dio por la jardinería, podé la enredadera hasta dejarla en un tronco y dejé que cada planta creciera en su propio tiesto.
Viviendo el presente damos a cada maceta los cuidados que necesita.