A veces viajo sin maleta. Moverme ligera de un sitio a otro es fabuloso. Lo máximo que he podido viajar así son dos noches, tres días. Llevo lo que me cabe en el bolso, nada más. Es fácil: no llevo lo que no necesito. ¡Y hay tantas cosas que no necesito! Solo es necesario lo que lo llevo puesto. Haz la prueba. No es sencillo resistirse a la tentación, al hábito, de cargar con un montón de cosas, de liberarse de los por si acasos… Pero el minimalismo es una forma de vivir en libertad, y eso siempre genera ansiedad, vértigo e incertidumbre, aunque solo al principio 😉